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Todo lo que es Ser Mujer


A lo largo del tiempo, ser mujer se convirtió en algo que se vende. Nos dijeron que debíamos ser poderosas pero sensuales, exitosas pero maternales, independientes pero deseables, espirituales pero estratégicas.


Entre slogans de empoderamiento y productos “feministas”, la identidad femenina fue empaquetada, curada y comercializada. Pero ser mujer no es una suscripción mensual. No es un disfraz ni una fórmula que viene con recibo.


Desde mi infancia—navegando cambios de país, culturas y estéticas, desde Argentina a México, desde revistas de moda hasta pasarelas—entendí que lo que se espera de nosotras cambia con la época. Que muchas veces no somos nosotras las que contamos nuestra historia.


Este texto no busca nostalgia ni provocación. Es una invitación a mirar hacia atrás, reconocer cómo se ha construido la mujer a lo largo del tiempo, y volver al cuerpo con más verdad y menos performance. Porque la historia de la mujer no es una línea recta—es un péndulo de fuerzas, modas y estructuras que constantemente nos reconfiguran.


1920–40: Las Guerras y Mujeres Trabajadoras


We Can Do It!” Poster, 1943
We Can Do It!” Poster, 1943

Antes de que la domesticidad tomara el centro de la escena, la guerra redefinió lo que significaba ser mujer. Mientras los hombres iban al frente durante las Guerras Mundiales, las mujeres fueron llamadas al trabajo: fábricas, oficinas, campos. Los afiches de propaganda las animaban a participar, mientras los medios las mostraban fuertes y femeninas.


Pero al finalizar las guerras, también lo hizo el llamado a la independencia. Muchas fueron empujadas de nuevo al hogar, a devolver las herramientas y a retomar los roles tradicionales de género.



Transformaciones clave:

  1. Las mujeres ingresaron masivamente al trabajo por necesidad bélica.

  2. Imágenes culturales como “Rosie the Riveter” se convirtieron en íconos de fuerza.

  3. El empoderamiento temporal fue seguido por presión social para volver al hogar.


Marco: Necesidad industrial + empoderamiento provisional. El período de guerra dio una muestra de autonomía—pero fue condicional y breve.




1950–60: La Era de la Ama de Casa


Hoover Ad, 1950s
Hoover Ad, 1950s

La feminidad de posguerra se asoció con la domesticidad: esposas en tacos altos, sonriendo al lado de la heladera. El “New Look” de Dior reforzó la idea de una feminidad estructurada, sumisa y decorativa.


Transformaciones clave:

  1. La domesticidad se presentó como deber social y realización personal.

  2. La feminidad se asoció a la estética y la obediencia.

  3. La cultura de consumo vendía la perfección a través de productos.


Marco: Conservadurismo + consumismo. Las mujeres fueron empujadas nuevamente al hogar. Al mismo tiempo, un mercado en auge les vendía las herramientas de la perfección: maquillaje, vestidos, electrodomésticos. La domesticidad se volvió deber y producto.




1970–80: Liberación Feminista


Ms. Magazine Cover, 1972
Ms. Magazine Cover, 1972

Las mujeres exigieron derechos: educación, crédito, carrera, autonomía. Surgió el “power dressing”—sacos con hombreras, trajes: un uniforme para competir en un mundo de hombres.


Transformaciones clave:

  1. La independencia legal y financiera se volvió alcanzable.

  2. La ropa de poder marcaba la entrada a espacios masculinizados.

  3. El feminismo priorizó la igualdad a través de la productividad.


Marco: Teoría feminista + activismo + éxito definido por lo masculino. La igualdad se midió según métricas masculinas. Conseguimos un lugar en la mesa—pero dejando la suavidad en la puerta.




1990: Delgadez y Fragmentación


Calvin Klein Heroin Chic Ad, 1990s
Calvin Klein Heroin Chic Ad, 1990s

Los 90 ofrecieron una mezcla confusa de promesa post-feminista y estándares de belleza regresivos. Los lemas de “girl power” convivían con la glorificación de la delgadez extrema. El heroin chic dominaba las revistas, reforzando la idea de que encogerse era el camino hacia la deseabilidad.


La cultura pop, liderada por modelos e íconos musicales, vendía una feminidad paradójica: empoderada pero pasiva, independiente pero perfectamente pequeña.


Transformaciones clave:

  1. El heroin chic convirtió la enfermedad en aspiración.

  2. Los íconos pop femeninas difuminaron los límites entre independencia y objetificación.

  3. El feminismo fue mercantilizado sin transformación estructural.


Marco: Estética post-feminista + empoderamiento como mercancía. El lenguaje de la libertad se usó para vender productos, no para cambiar estructuras. El cuerpo fue vigilado y elogiado—pero siempre observado.




2000s: La era de la Pop Star


Rolling Stone Cover: Britney Spears with Teletubby, 1999
Rolling Stone Cover: Britney Spears with Teletubby, 1999

Britney, Paris, Lindsay. Su ascenso y caída marcaron a toda una generación. Glamourizadas, sexualizadas, delgadas. La fama parecía un sueño, pero detrás había dolor, trastornos alimentarios, colapsos públicos.


Transformaciones clave:

  1. La cultura pop definió la adolescencia como sexualizada e inestable.

  2. Las crisis públicas se convirtieron en eventos mediáticos.

  3. La niñez y la adolescencia femenina fueron convertidas en mercancía y entretenimiento.


Marco: Espectáculo mediático + adolescencia mercantilizada + mirada digital. La feminidad fue performada para las cámaras, consumida en tiempo real y vendida como estilo de vida.




2010s: Girlboss y la Hiperproductividad


Girl Boss magazine covers, 2010s
Girl Boss magazine covers, 2010s

Nos dijeron que podíamos “tenerlo todo”. Así que lo intentamos. Nos convertimos en emprendedoras, influencers, madres, parejas, máquinas de marca personal. La productividad se volvió identidad. El empoderamiento se volvió contenido.


Instagram alimentó una cultura de perfección, agotamiento y branding. La salud mental se deterioró, especialmente entre adolescentes. El éxito tenía que ser visible, medible, vendible.


Transformaciones clave:

  1. El empoderamiento se ató al rendimiento y a la autoexplotación.

  2. La salud mental de las chicas jóvenes se deterioró drásticamente.

  3. Las redes reforzaron la perfección como mandato.


Marco: Feminismo neoliberal + cultura del hustle + estética de marca. El feminismo se volvió estilo de vida. El empoderamiento, performance.




2010s–2020s: El Auge de la Protesta Feminista


Antes de que el feminismo digital se volviera filtro y branding, fue grito y cuerpo. Esta fue la era del movimiento Me Too, de Ni Una Menos en América Latina, de movilizaciones globales contra la violencia de género. Marchamos. Escribimos. Sostuvimos carteles y a otras mujeres. Lo íntimo se volvió político.


La cuarta ola del feminismo se caracterizó por la transparencia emocional, la rabia colectiva y la amplificación digital. El trauma se volvió narrable. El poder, denunciable. Pero a medida que avanzó la década, la crudeza del activismo se enfrentó con la estética del contenido.


Transformaciones clave:

  1. El discurso feminista se volvió visible, emocional y global.

  2. Las protestas visibilizaron la violencia de género y la desigualdad sistémica.

  3. Las redes sociales funcionaron como herramientas de organización y como vitrinas de marca personal.


Marco: Cuarta ola feminista + activismo digital + catarsis colectiva. Lo que comenzó como protesta también se volvió performance, pero abrió las compuertas para un ajuste de cuentas necesario.




2010s–2020s: Fluidez y Deconstrucción


Megan Jayne book cover, 2018
Megan Jayne book cover, 2018

Todo se volvió performativo: el género, el cuerpo, la identidad. La positividad corporal celebró todos los tamaños, mientras la obesidad se disparaba globalmente.


El discurso queer se volvió mainstream. El orgullo se volvió producto. La teoría postmoderna, que alguna vez fue marginal y académica, inundó el lenguaje cotidiano.


Transformaciones clave:

  1. La identidad se desligó del cuerpo biológico.

  2. La positividad corporal convivió con una crisis de salud global de obesidad.

  3. La fluidez de género y lo queer se volvieron categorías de mercado.


Marco: Postmodernismo + teoría queer + política de la performance. La liberación se volvió abstracción. La corporalidad femenina, difícil de nombrar sin polémica.




Belleza Filtrada y Alienación Digital


Applying the proportional beauty filter to Kim Kardashian’s face—where algorithm meets ideal, 2022
Applying the proportional beauty filter to Kim Kardashian’s face—where algorithm meets ideal, 2022

El feminismo se volvió clickeable. Cultura girlboss, rutinas wellness, cristales, colágeno, agendas, inyecciones. Todo optimizable. Todo vendible. Todo performado para la cámara.


Desde los smoothies verdes hasta los labios perfectos, del branding espiritual al colapso emocional, la auto-mejora se volvió mandato. La pantalla reemplazó al espejo. El filtro, al rostro. Lo virtual, al cuerpo.


Transformaciones clave:

  1. La salud mental de las adolescentes alcanzó cifras alarmantes.

  2. El cuerpo real fue desplazado por su versión digital.

  3. El feminismo se convirtió en estética vendible, no estructura liberadora.


Marco: Política identitaria + alienación digital + estetización del empoderamiento. Lo que prometía visibilidad y libertad trajo agotamiento.




2020–2022: El Quiebre Pandémico


Portugal Vogue cover, April 2020
Portugal Vogue cover, April 2020

El mundo se detuvo. Y con él, nosotras. Nos vimos solas, agotadas, expuestas. El cuerpo volvió al centro, pero ya no como estética, sino como refugio, como límite. La vida se volvió interna: comida, sueño, silencio, fe.


Transformaciones clave:

  1. La salud y la fragilidad de la vida se volvieron temas centrales.

  2. La soledad redefinió nuestras prioridades emocionales.

  3. Las mujeres cargaron con el peso invisible de la casa y la comunidad.


Marco: Revaluación por crisis + fenomenología feminista. La pandemia desarmó la ilusión de poder con todo, y trajo una vuelta a lo esencial, a lo corporal, a lo real.




Ahora: Volver a lo Real


Narah Smith, 2025
Narah Smith, 2025

Después de años de “lean in”, muchas mujeres se sienten traicionadas. Lo dimos todo, y terminamos agotadas. Hoy, la fertilidad vuelve al centro. El hogar deja de ser un castigo y se vuelve una elección. La espiritualidad y la suavidad, lejos de ser debilidades, aparecen como fuente de poder.


Transformaciones clave:

  1. La fertilidad y el hogar volvieron a ser relevantes culturalmente.

  2. La suavidad y la espiritualidad reaparecieron como fuerza.

  3. La estética femenina generó tanto sanación como crítica.


Marco: Replanteo post-liberal + despertar espiritual + resurgimiento femenino. No se trata de nostalgia, sino de arraigo. El riesgo está en confundir estética con verdad. Lo femenino no es superficial. Lo sagrado no es sumisión. La clave está en la elección, no en la obligación.




Lo que hoy significa para mí convertirme en mujer


Las tendencias cambian, y a veces me arrastraron con ellas. Pero con el tiempo entendí que no todo lo que brilla es camino. Hay algo enraizado, más profundo, que me sostiene cuando todo cambia afuera: los valores, los gestos cotidianos, las preguntas que me devuelven a mí.



Hoy siento que cuanto más entiendo las fuerzas externas que moldearon la idea de ser mujer—las culturales, las políticas, las biológicas, las espirituales—más puedo soltar lo que ya no me representa. Más puedo elegir.


Ya no quiero disfrazarme para encajar. No quiero seguir fórmulas ajenas. Estoy volviendo a lo real: a lo que heredé, lo que me susurra desde el cuerpo, lo que mis huesos aún recuerdan.

Sentirme plena como mujer hoy, para mí, es un acto de recuperación. De partes que escondí por vergüenza. Que intenté borrar para ser aceptada. Que compré de vuelta como si no fueran mías. Es también un acto de escucha: de mi cuerpo, de mis ciclos, de mi intuición. Es cuidar, estar, orar, crear desde ese lugar.


Es construir una vida—no para ser vista, no para ser validada—sino para habitarla.


No para ser todo. Sino para ser completa.


 
 
 

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